Máquina del tiempo / Mujeres deportistas

Por Ana Guerberof
ana.guerberof@gmail.com


El viaje de hoy nos lleva al Nueva York del SXIX. Si esta mujer hubiese tenido una máquina del tiempo, como la nuestra, sin lugar a dudas habría visitado otros planetas. Annie Londonderry nacida en Riga (Letonia) en 1870 no conocía la palabra imposible y en 1894 se embarcó en la aventura de dar la vuelta al mundo en una bicicleta. Pero será mejor que nos lo cuente ella misma que para eso se ganó la vida también como periodista.

Su verdadero nombre es Anna Cohen Kopchovsky. ¿Cómo llega a EE. UU.?
Tengo varias versiones, pero le voy a contar la que más se acerca a la realidad [Se ríe]. Mi familia era judía y, en Latvia, ser judío significaba vivir en un gueto y ser perseguido. Así que, cuando yo era una niña, la familia decide emigrar a Boston como ya habían hecho mis tíos y muchos otros, entre ellos la familia de mi marido Max (Kopchovsky).
Y se casan…
Sí, me casé al cumplir los 18. Tuvimos tres hijos en los siguientes cuatros años. Cuando decidí dar la vuelta al mundo, tenía 23 años y tres hijos menores de seis años (5, 3 y 2) y aún así no lo dudé.
¿Y cómo se convierte en Annie Londonderry?
Escuché a dos miembros de nuestro club de Boston diciendo que la epopeya de Thomas Stevens, quien había dado la vuelta al mundo en bicicleta hacía diez años, sólo era posible si eras un hombre. Ellos defendían que ahí se apreciaba su superioridad y que una mujer jamás podría hacerlo sola. Yo me opuse con vehemencia. La discusión dio como resultado una apuesta de 10 mil dólares: dar la vuelta al mundo en bicicleta en 15 meses y recaudar, al mismo tiempo, 5 mil dólares. Mi primer sponsor fue la empresa de agua Londonderry Lithia. Por eso, me cambié el nombre.
Pero usted no había andado antes en bicicleta…
No, era algo nuevo, pero que cambiaría la forma de vida de las mujeres. Nos daría la libertad de ir adonde quisiéramos. Al principio del viaje, casi desisto porque la primera bicicleta pesaba 20 kg. Así es que decidí cambiarla por una de hombre y, en lugar de esos vestidos tan incómodos, me puse unos pantalones bombachos que me dejaban pedalear cómodamente.
En plena época victoriana, deja a su familia en Boston, inicia un viaje sola, se viste como un hombre ¿la habrán criticado?
[Se ríe] Sí, imagino que me habrán criticado. La mujer victoriana debía quedarse en casa y ser muy discreta. Lo contrario de lo que hice durante mi viaje. Mi marido lo vio como una inversión en nuestro futuro porque el evento iba a generar mucha publicidad y, en consecuencia, dinero. Así que me dio una pistola para protegerme. Max era muy práctico.
En ese momento comenzaba la lucha por el voto femenino ¿era miembro de algún movimiento?
No, pero sí que estoy convencida de que las mujeres podemos hacer lo mismo que los hombres. En este sentido, y siempre lo digo, me siento una representante de la «nueva mujer».
La acusan de haber dado la vuelta al mundo más «con» que «en» bicicleta.
Bueno, siempre que haces algo de envergadura, habrá alguien que lo cuestione. Era obvio que parte del trayecto tenía que ser por mar. Por eso fui de Marsella hasta Singapur en barco, al recalar en los puertos sí hacía todos los trayectos en la bicicleta porque debía conseguir la firma del embajador para demostrar que había llegado hasta allí. Lo que le aseguro es que ninguna mujer hasta entonces había viajado así y casi ningún hombre, claro.
Y daba charlas para recaudar el dinero…
Sí, daba charlas, escribía crónicas, vendía mis fotos, llevaba pancartas de empresas en la bicicleta. Todo lo que se me ocurría para llegar a Boston. Y lo logré en quince meses justos. Gané la apuesta.
¿Qué sintió al llegar?
Me sentí con una fuerza casi sobrehumana. Pensé: «Annie, no hay nada que no puedas hacer».



Annie Londonderry se convirtió en una mujer célebre y se trasladó con su familia a Nueva York donde inició su carrera como periodista.

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